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miércoles, 1 de junio de 2011

Pisadas de un errante caminar: Capitulo 1

 Pisadas de un errante caminar
Capitulo 1/ parte 3
¡P
LASH!


La esponja cayo por octava vez al suelo. ¡Vaya suerte la mía! Me agache furiosa.
Me estaba comportando de una forma irregular esta noche; bueno hablando en términos cabales que había sido normal últimamente.
Al, ¿estás bien?dijo mi madre, mientras me observaba desde la otra esquina de la cocina.
Me encogí de hombros.
Hay razón por la que deba encontrarme mal.
Sus ojos llenos de sabiduría y bondad recorrieron mis facciones.
No lo creo pero... veo algo en ti.
¿Algo?
Estudie su expresión, mientras dejaba volar mis pensamientos, intentando adivinar con qué gran cuento me saldría esta vez.
¡Apuesto todo a que es un chico!exclamo una joven mujer de acento italiano entrando en la habitación.
Se me escapo la esponja de las manos. Me di vuelta.
Ella se mordió el labio inferior ocultando una sonrisa
Tal vez...murmuro mi madre de golpe. Desvié mi atención hacía ella.
¿Qué?
Una sonrisa surcó su ovalado rostro.
 
¡Un pequeño sapo se ha convertido en príncipe!
Entorne los ojos.
Ilsa rompió en carcajadas. No podía creer lo que estaban diciendo, me volví a mi labor con las ideas liadas, y la incredulidad en mi rostro.




Mamá, voy a ir a visitar un rato a Chanelgrite, mientras me ataba los cordones de la zapatilla.
Escuche el interrumpir de la licuadora, la suavidad de las cucharas apoyadas en la mesada y sus pasos firmes hacia mí.
Me puse de pie. Ella llegó en el momento justo que me colocaba mi bufanda lila, alrededor del cuello.
Sus ojos me contemplaron y pude distinguir suplica en ellos.
Mamá...comencé
Lo sé, lo sé. Pero ten cuidado ¿sí?
Asentí.
Introduje la llave y empuje la puerta de roble, una suave ventisca ingresó en el salón.
Llama si necesitas algo, y regresa antes de medianoche.
Sus manos jugaban nerviosas con el delantal a cuadros que llevaba puesto.
No te preocupes mamála tranquilicetodo estará de "maravilla"alargue la última palabra. Ella sonrió.
Confió en ti...me sujeto las mejillas.Nunca lo olvides.
La aparte con suavidad.
No lo haré.
Le dedique una última mirada y me fui.

Afuera el aire nocturno jugueteaba con el viento y las hojas. Era helado e indócil, cada tanto cantaba, silbándole a la vida, y a la muerte. Las calles semi-desiertas, estaban cubiertas de pequeños charcos de agua. Se escuchaban risas y voces a través de las paredes. Era un sonido agradable, que acompañaba a mí meditar mientras caminaba, bajo la silenciosa llovizna de abril.
Diez minutos después, se alzaba ante mis ojos, una pequeña construcción, en-galardonada con diversas enredaderas que cubrían todo lo que estuviera cercano a ella.
Al tercer toque de timbre me atendieron.
Mis visitas a casa de los Borthon eran consideradas rutinas, después de todo asistía a ella desde que tenía cuatro años de edad (desde la primera vez que vi a Chanel).
La señora Borthon era alta y muy delgada, llevaba sujetado su extenso cabello ondulado con una hebilla central, y diversos invisibles a los costados del rostro. Me guío hasta donde se encontraba Chanel.
Ella estaba sentada en un antiguo canapé de estilo francés, en la galería del patio de atrás, rodeada de viejos muebles y electrodomésticos inservibles. No estaba sola, a su lado, una silueta familiar me sonrió amablemente.
Dogui, el pequeño perro mestizo de seis meses de edad, fue el primero en reparar mi presencia.
Con un simple trotecillo, vino hacia mí. Su felpuda cola se movía una y otra vez anunciando su alegría; con una variedad de saltos me dio su bienvenida habitual.
Le palmee la cabecita varias veces y volvió al lado de su dueña. Ladro y se hecho a sus pies como todo un rey.
Los ojos de Chanel chispearon cuando me vieron llegar.
¿Has venido?dijo conteniendo el aliento por la emoción.
Te dije que vendría, has puesto candado al refrigeradorbromee.
Levanto el brazo, y en posición firme exclamo:
¡Cómo usted me lo ha ordenado mi jefa al mando!
Nos reímos y el perro contestó con un ladrido.
Me acerque a ellos.
Chanel llevaba puesto un pulóver gris a rayas, y unos vaqueros color añil, con pequeñas decoraciones en los bolsillos. A su lado, Michael Alfred Thomas, mi mejor "amigo" (he dicho que Chanel era mi mejor "amiga", no lo olviden), vestía unos simples pantalones negros y un jersey verde. Bajo la claridad de sus desordenados cabellos color oro, unos hermosos ojos grises anunciaban presencia.
Tome mi lugar en el centro, a mi izquierda, Chanel sonreía encantada, y a mi derecha, Michael miraba el cielo, con aire pensativo y calmo.
El pequeño jardín levemente iluminado, permitía descubrir en cada esquina un jarrón diferente, el piso de cemento a medio terminar, nos permitía descubrir el verdadero aroma de la tierra y las hojas húmedas; un pequeño y débil tejido separaba las diferentes casas; las paredes rajadas y la humedad, daban a conocer su mala vida.
Algunas gotas viajeras, acariciaban nuestros rostros, dejándonos la suave caricia de una madre generosa.
Es genial ¿verdad?dijo Chanel luego de un momento de silencio.
Nuestros ojos se cruzaron, en la misma fracción de segundos, que Michael pasaba su brazo por detrás y nos abrazaba.
Sí, y se extrañadijo con voz apagada. Apoye mi cabeza en su hombro. Chanel tomó una de sus manos.
Nadie habló, eran demasiadas emociones encontradas.
Los recuerdos, las risas de una primavera viajera y... sucumbimos en lo olvidado, dejando en la superficie nuestro verdadero ser, el sabor agridulce de lo irreversible. Y recordé la primera vez que lo vi, nuestra primera aventura juntos. El miedo de Chanel, su paciencia, y mi tenacidad. Sin dudas nunca olvidaría el instante vivido en la pequeña eternidad de los soles dorados de mi niñez.
No fueron las lágrimas que nublaban mi visión las que me despertaron, sino el sollozo permanente que mis oídos escuchaban. Chanel lloraba a mi lado, ocultando su rostro entre las manos y sus finos cabellos descendían creando una barrera.
Chanel...susurré.
Los ojos de Michael me encontraron, y en ellos distinguí la misma calidez, ternura y compresión de hace tres años atrás, y pude comprender que tal vez habíamos cambiado, que nuestras vidas, quizás, un nuevo castillo habían creado. Pero por dentro... no habíamos cambiado, éramos nosotros. Los mismos niños ruidosos y temerosos de siempre. Y olvide mis temores y preocupaciones... por un momento fui feliz.
Entre los dos consolamos a Chanel, nuestra querida amiga, con la fragilidad irreprochable de un cristal.
Una vez que Chal recuperó la calma, estuvimos hablando de todos los cambios en nuestras vidas. Michael nos contó sobre su viaje a Europa, la estadía con sus abuelos en Irlanda, y sus días de instituto.
Mi amiga y yo, lo escuchábamos conteniendo el aliento, y prestando mucha atención a todos sus detalles - después de todo lo máximo que me había logrado desplazar fuera de mi ciudad natal eran 248 Km, a un pequeño poblado situado dentro de mi provincia, por temas religiosos. Es decir, nada que tenga que ver con el descanso y vacacionar - .
Luego de una larga charla, Michael tuvo que disculparse y pedir urgentemente algo de comer.
Por favor, Chal, no quiero sonar maleducado ni nada por el estilo, es que no he comido nada desde que llegue y la verdad no creo que viva otro minuto más ¡me estoy muriendo de hambre!
Chanel y yo nos reímos.
¡Les estoy hablando en serio!
¡OH, por favor! - le di un golpe amistoso- no te comportes como un niño.
Puso los ojos en blanco.
Chanel se hecho a reír.
Vale, valedijo doblándose de la risa iré a buscar algo. Solo les pido un favor: no se coman ese sillón es mi favorito, por lo demás, no me importa hagan lo que se les antoje.
Michael frunció el ceño.
Ya veome espió de reojoNessie no ha cambiado nada ¿verdad?
¿Nessie?...
Intercambiaron una mirada cómplice. Chanel rió con todas sus ganas.
Nessie, ese nombre me sonaba. ¿Pero de dónde? ¿Dónde lo había oído?
Entonces algo hizo clic en mi cabeza.
  ¡Oigan!—me levante del asiento ¡me pusieron el nombre de un monstruo marino!
Michael apretó la mandíbula para no sonreír, mientras Chanel giraba, para que no la viera hacer lo mismo.
Enseguida vuelvonos informo antes de marcharse.
Me deje caer haciendo un mohín sobre las almohadas. Michael se acercó despacio. Le dirigí una mirada helada.
No te enojes Aldijo, asegurándose de los límites de la paz y la guerra que existía entre los dos.Sabes que no va en serio.
Eso lo sé.Lo observeYo no soy un monstruo marino.
Rió entre dientes.
Pero es gracioso.
Estire mis brazos desperezándome.
No le veo la gracia.
Se creó una pausa entre nosotros. A lo lejos, oculta bajo la tormenta, las voces agudas de pequeños niños suavizaban el ambiente.
La lluvia repiqueteaba fuertemente contra el suelo atrayendo mi atención. Me quede quieta, sin decir nada, mientras los ojos de Michael se perdían en mí, como todas las veces que intentaba comprender mi estado de ánimo.
¿Te ha ocurrido algo?
Lo observe confusa.
Resoplo.
Nada olvídalo...
— ¿Pero qué...?
No pude acabar la frase, el ruido de niños gritando, y diversos pisadas nos desviaron del tema. Chanel ingresó en el lugar con una fuente repleta de galletas, una jarra de jugo, y cuatro niños, detrás, pisándoles los talones. Michael se levantó para ayudarla, y yo lo seguí.
Limpiamos una vieja mesa de plástico, la desplazamos al centro de la galería, y extendimos sobre ella un mantel blanco, de más de cinco primaveras, en buenas condiciones. La fuente de galletas no tardo en vaciarse, razón por la cual, Chanel tuvo que hacer tres viajes más.
Los hermanos de Chal se ubicaron alrededor nuestro, algunos sentados, y otros parados. De vez en cuando sacaban sus pequeñas manitas, dejando que la lluvia recorriese su sedosa piel. Melanie, la mayor de los cuatros, se encontraba recostada sobre la pared, dejando su mirada vagar en los confines nubarrones del cielo. Los mellizos, Ever y David, andaban de aquí para allá casando pequeños insectos, según ellos para estudiarlos, y Jazmín, la más pequeña, los seguía, de vez en cuando pegando pequeños grititos por las travesuras que sus hermanos le hacían.
Se respiraba un aire familiar... cálido.
Oye Michael, y hasta cuando vas a quedarte.
Mi amigo bajo la vista, mientras jugaba con el pequeño brazalete, que Chanel y yo le habíamos confeccionado antes de su partida.
La verdad no sé, Chal, pero no creo que mucho... se detuvo pensativodos días más... supongo.
OHfue lo único que logro decir ella en voz baja, mientras yo permanecía en silencio.
Por alguna razón, no me salían las palabras. Mi garganta se hallaba aprisionada y seca, mientras mi estomago se revolvía una y otra vez.
Pero vendrás al cumpleaños de Al ¿verdad?la voz de Chal, de repente sonó afligida.
No quise levantar el rostro, no quería ver el “no” en sus facciones.
Será difícil...murmuroes decir ya saben que un viaje de allá aquí es...
Lo sabemos.escuche la voz distante de Chanel, un susurro apenas audible.
Me mantuve callada, con la mirada perdida en algún lugar lejos... en la irrealidad.
En mí pude percibir la culpa que embargaba el cuerpo de Michael. Pero era tonto aquel sentimiento, no recaía en él, el desliz.
"¿Era la vida o el tiempo?", "¿el destino o la misión de Dios?". No estaba segura.

3 comentarios:

Jònia Ionia Anatòlia dijo...

Vale pues ya me lei lo que llevas publicado :) decirte que me está gustando mucho jaja y ya tengo ganas de k vuelva a salir ese chico de la primera parte aja me gusta mucho es gracioso :P
Muchos besotes y cuidate!!!
Por cierto ya subi capitulo nuevo :D

Jònia Ionia Anatòlia dijo...

Me alegro k te gustara el capitulo :D y k te hiciera reir tanto jajaj :D Pues yo tambien espero un nuevo capi por tu parte :D k me enamoró ese chico misterioso :P
Besotees y cuidate!

Gisel dijo...

¡Hola! Muchisimas gracias por visitar este pequeño espacio =). Y bueno, es casi imposible no enamorarse de él xD jajaja, y tiene un humor bastante extraño, jajaja ya te daras cuanta más adelante. Me alegro que te gustara el capítulo, a mi tambien me encanta tu historia, y la seguire leyendo =).
Adiós, y te cuidas muchisimo.

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