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viernes, 3 de junio de 2011

Pisadas de un errante caminar: Capitulo 2

Pisadas de un errante caminar
Capítulo 2/ parte 2

L
legue como un rayo a casa de los Borthon. Mi cuerpo vacilaba entre caerse a pedazos en frente de mis amigos, o mantenerse como una roca, fría y quieta, simulando que nada ocurría.
Sin dudar, lo segundo era lo correcto o al menos sonaba más razonable.
La pequeña Melanie me recibió. Su extenso cabello rojizo, estaba peinado en dos largas trenzas, que caían de forma delicada sobre sus hombros. Llevaba puesto un simple vestido con diferentes estampados de flores, que le llegaba hasta las rodillas.
Hola me saludo.
Le correspondí.
¿Cómo estás? pregunte.
Ella se encogió de hombros y sonrió.
Creo que bien. ¿Y tú?
No puedo decir más. Y era la verdad.
Mire alrededor, buscando la cara de algún mayor, pero no di con ninguno. Por lo visto solo se hallaban como niñeras, Chanel y Michael. Y era raro a estas alturas, el padre e incluso el hermano mayor de Chal, deberían estar en casa, su madre también, aunque en ella son más comunes las demoras.
En un principio solo el padre de Chanel trabajaba, pero mantener a una familia de siete niños no es cosa fácil, y las monedas escasean como lluvias en un desierto. Así que en cuento Chal y su hermano mayor tuvieron la edad para, más o menos, asimilar el trabajo de cuidar a sus hermanos menores, su madre comenzó a trabajar en una farmacia.
Durante la niñez de mi amiga, ella ocupaba los horarios de la mañana, tiempo en el que Chal no se encontraba en la escuela (debido a que ella asistía conmigo al colegio de una y media a cinco y media de la tarde), pero desde hace aproximadamente cinco años su turno de trabajo cambio, por uno que estuviera más acorde a los horarios de instituto de su hija mayor, de cinco a ocho o diez de la noche, todo dependiendo de la clientela, y las circunstancias por la cual atravesaba el local.
Con respecto a la ocupación de su padre, lo único de lo que puedo estar segura, es que trabaja en una empresa de construcción, durante los horarios de la mañana hasta mitad de la tarde.
El hermano mayor de Melanie, Gerad, también trabaja, pero su presencia durante la cena es intachable.
Melanie me guió por el pasillo, hasta la galería del patio trasero.
De camino allí, nos encontramos con el nuevo experimento andante de los mellizos, "El monstruo de harina llamado Michael".
Mi mejor amigo hizo un gesto negativo cuando me vio, escondiendo su rostro en la toalla, mientras los pequeños no paraban de reír.
Melanie movió su cabeza, balanceando sus trenzas a ambos lados. Yo me limite a sonreír y encogerme de hombros.

-Que le vamos a hacer-.
Los mellizos Borthon son famosos por sus travesuras, y los infinitos problemas en los que se enrollan. La ciudad entera los conoce, y sus nombres son ecos en cualquier situación que involucre astucia y niños de baja estatura.
Físicamente ambos son delgados, de estatura mediana para un niño de nueve años, rulientos, con una voz muy similar, tanto que si no estás acostumbrado a oírlos (como yo), llegas a pensar que es una sola persona la que está hablando, cuando en realidad son dos; poseen una pequeña diferencia, demasiado diminuta para dar en el primer acierto, y consiste en el color de ojos. Mientras que Ever conserva el color ambarino de su madre y Chanel, David posee una mezcla oscilando, entre el verde claro y el dorado.
Cuando llegamos al lugar en donde se hallaba Chanel, ella se encontraba reclinada sobre un viejo sillón, sosteniendo entre sus manos bloques de diferentes tamaños y colores, en compañía de un pequeño niño, que reconocí inmediatamente.
Los ojos de Eduard fueron los primeros en dar conmigo. Una radiante sonrisa, ilumino instantáneamente sus rasgos angelicales, y pronuncio mi nombre.
Cruce a grandes zancadas el espacio que me separaba de él, y lo abrace.
Él rió, y comenzó a jugar con uno de los largos mechones de mi cabello. Tome mi lugar junto a Chal.
  ¿Qué tal la tarde? me pregunto.
Lenta.
Tome uno de los cubos de colores, y lo coloque en las níveas manos de Eduard. Él me sonrió y se estiró para agarrar otro, que se encontraba debajo de las almohadas del sofá.
¿Y la tuya? pregunte, en cuanto levante el rostro, y la mire a los ojos.
Mejor que la tuya, supongo.
Chanel señaló la puerta abierta, en la cual era posible distinguir la silueta de un muchacho siendo atacado por dos niños.
Con Michael y las pequeñas liebres, es imposible estar en paz.
Sonreí.
Imagínate si ni siquiera tienes un segundo para pensar "seriamente", las horas solo son minutos que transcurren demasiado rápidos a mí entender.
Lo comprendo.
Las risas se elevaron.
Michael atravesó la puerta corriendo, y dio media vuelta por el patio, perseguido por dos pequeños generales con armas de plásticos.
Uno, dos, tresanuncio uno de ellos.
Y pude distinguir el acento de Ever.
— ¡Ya!grito David, quien había corrido a ocultarse detrás de un plantero, y ahora se hallaba de rodillas, apuntando al pecho de su enemigo.
Ever dio una vuelta alrededor de Michael, y se oyó el estampido de un cuerpo sobre el suelo. Mi mejor amigo había sido derribado.
Ambos niños se lanzaron sobre el cuerpo de su víctima, gritando un fuerte "si".
O esos niños murmuro Chanel. Se levantó, y dio varias palmadas.
Ya basta, van a dejar a Michael de papel, y aun espero su próxima visita para el cumpleaños de Al.
David rezongo, y Ever le saco la lengua.
Agradezco tu bondadosa actitud de querer ayudarme dijo Michael, levantando medio cuerpo, dejando a cada niño de un costado opuesto—, pero no hace falta, nosotros estamos bien ¿verdad niños?
¡Sí! gritaron a dúo los mellizos.
Chanel suspiró.
Vale, pero nada de jugar con barro, ¡y dejen esas pistolas de agua!- lo ultimo lo anuncio con voz fuerte y dura, y está bien, de lo contrario, el par de liebres, pasarían por alto su exigencia, y continuarían haciendo de las suyas.
Ambos niños se levantaron haciendo pucheros.
David pateo el suelo, y Ever arrojó una piedra, que atravesó el tejido.
Ever El pequeño se giró para ver a su hermana mayor
Los dos se fulminaron con la mirada.
Deja eso dijo Chal con voz autoritaria.
Lentamente los dedos de Ever dejaron en libertad las pequeñas piedras que sostenía.
Chal imploro mi mejor amigo - deja que los niños sigan jugando, si te hace sentir feliz yo puedo encargarme de sus ropas después.
Observe a Chanel, ahora todos estaban contra ella. Pude sentir como inhalaba aire y contaba hasta tres.
Anda Chal, no recuerdas cuando nosotros también hacíamos lo mismo. Michael giro su rostro en mi dirección, pidiendo mi intervención a su favor.
Si Chal, yo también ayudaré.
Ella frunció el labio.
Pasaron varios minutos antes de que ella hablara.
Está bien cedió.
David y Ever festejaron, se lanzaron sobre Michael, haciéndolo aterrizar nuevamente en el suelo.
Pero nada de barro y…
Se quedaron en silencio al oír hablar a Chanel, después de su "si" era mejor no forzar las cosas.
Los claros ojos de los mellizos indagaron el severo rostro de su hermana, y puedo jurar, que antes de escuchar la voz de Chal, distinguí en uno de ellos una pequeña sonrisa, y no era nada inocente, era más bien una de esas que anuncian "travesuras".
Michael se mantenía distante de aquel comportamiento, que ni siquiera percibió, aguardando la segunda solicitud de nuestra amiga.
No se acerquen a mí hasta que se hayan cambiado.Chal dio dos pasos atrás con las manos levantadas.- no quiero tener que volver a cambiarme.
La observe.
- Era broma, no podía, no debía estar hablando en serio-.
Los tres hombres que se hallaban sobre el suelo húmedo, intercambiaron miradas, en las cuales pude distinguir la misma palabra.

"Atacar".
Chal corredije por lo bajo, agachando el rostro, sabiendo perfectamente lo que se venía.
Mi amiga me observo sin comprender
¿Qué…? dijo, pero no pudo acabar la frase, porque antes de ello se oyó… el grito de uno de los mellizos, seguido por el rápido levantamiento de cuerpos, y lo último que escuche fue la voz de Chanel diciendo "deténganse".
Dieron varias vueltas antes de atrapar por completo a Chanel, Eduard persiguió a sus hermanos y a Michael con la mirada, y dio varias carcajadas cuando vio a uno de sus hermanos trastabillar o a Chanel con la pistola de agua.
Al final los tres terminaron completamente empapados, y cubiertos de barro.

Fue divertido comento Michael, mientras se sentaba a mi costado, secándose el rostro.
Se había ido a cambiar, y ahora en vez de llevar su chomba azul eléctrica, llevaba una negra mangas largas, remangada hasta el codo.
Uffse sacudió lo jeans. Si hubiera sabido que tendríamos una guerra, hubiera traído también un pantalón.
¿Por qué? ¿Tu madre va a regañarte? pregunto Chanel a mis espaldas.
Me gire a mirarla, sobre sus hombros descansaba una toalla amarilla. Sus cabellos rojizos, eran más obscuros y se amoldaban a su rostro más de lo normal.
Llevaba puesto un suéter gris a rayas que asentaba el color pálido de su piel. Se sentó en un desgastado sillón que se encontraba a mi izquierda, y desde allí alargo su brazo, y comenzó a acariciar el cabello de Eduard, quien poco a poco empezó a quedarse dormido.
No lo creo contesto Michael con indiferencia.
Chanel torció el gesto.
Bueno, si tal vez, me grite una o dos veces y me recuerde el hecho de que ya no soy un niño para andar haciendo semejantes bobadas, pero…

 
¿Y quién te despidió del título de niño? intervine, pero él me ignoro.
No creo que diga nada más.
Chanel secó su cabello cuidadosamente, y Michael sacudió su cabeza como un perrito mojado. Sus rulos dorados quedaron desacomodados, y tuvo que apartarlos varias veces, para que no taparan su visión.
Eduard se sumergió en el país de Nunca jamás, y yo me dedique a contemplarlo y mecerlo todo el tiempo.
Una vez que Chal termino de arreglarse, se ofreció a llevarlo a acostar.
Negué.
No hace faltadije, y mi amiga volvió a ocupar su puesto, desplomándose en el sillón de un solo golpe.
Y era cierto lo que le había dicho, con los castigos, el instituto, y una que otra ayuda que brindaba en mi casa, el tiempo no daba a bastó para sentarme un día cualquiera a estar en paz, y poder observar a un ángel dormir.
El espacio quedo vació, y el silencio fue completo. Faltaba algo.
Comencé a mirar a mi alrededor en busca de algo, o mejor dicho de algunas personitas.
  ¿Qué estás buscando? pregunto Michael, inclinándose hacia mí, para poder acariciar el rostro de Eduard.
El suave contraste que ejercía la piel de Michael sobre la de Eduard era asombroso. Mientras que la de Eduard se mantenía de un blanco exquisito, la de mi mejor amigo cambiaba su tonalidad por un blanco más oscuro, exponiendo la fuerza, y los años de la misma.
Si te refieres a los niños anticipo Chanel, con la mirada pérdida en el techo, el cuerpo relajado, y los brazos estirados de par en par sobre el respaldo del sofá. - ellos se encuentran jugando adentro, excepto Melanie que está mirando tele, y Jazmín que está durmiendo.
Ah me limite a decir.
Pasaron varios minutos, y nadie dijo nada. Me decidí a romper el silencio.
¿Y tus padres Chal? pregunte. no los he visto al llegar.
Mi amiga se encogió de hombros.
Deben de estar retrasados. —Luego se detuvo y pareció pensarlo con más cuidado creo, no me han dicho nada cuando salieron hoy a trabajar.
Me apresure a intervenir, no deseaba que mi compañera comenzara a crear e imaginar sucesos que aún no habían pasado.
Chanel es una experta en crear toda la escena de un acto antes de que este se interprete, así que era mejor no jugar o el final sería desastroso para todos.
De seguro solo están retrasados
Michael me siguió.
Si de seguro es solo eso.
Mi mejor amiga dejo descansar su rostro sobre sus manos, usando como soporte uno de los lados del sofá.
 murmuro por lo bajo, pero a través de sus ojos, pude ver aquello que sus labios no habían pronunciado.
Era tarde.
Oigan no creen que… comenzó Chanel. Tenía la frente arrugada por la preocupación.
Nola interrumpimos a dúo Michael y yo. No necesitábamos palabras para entendernos completamente.
Chanel se hundió en su asiento, pensativa. Habrán pasados cinco minutos cuando el sonido de un coche nos dejo salir del trance a los tres.

Me levanté.
Creo que ya es hora de que regrese a casa. dije.
Michael me siguió.
Yo también.
Chanel asintió, y se ofreció a acompañarnos hasta la salida.
Era una noche calma, las nubes de tormentas se habían alejado completamente, y ahora el oscuro cielo solo alojaba en él el brillante resplandor de las estrellas.
Cuando salimos afuera, un coche estaba estacionado enfrente. Al lado de él un joven sonreía ampliamente.
Era Gerad. Se acercó y con un fuerte "Hola", un abrazo, y un estrechamiento de manos dio la bienvenida a Michael.
El hermano de Chanel siempre había mantenido con Michael una amistad sincera que llevaba años fortaleciéndose en el interior de cada uno de ellos.
Los dos habían formado parte de equipo de Básquetbol y eran considerados hasta hoy en día como los Dioses del balón, a pesar de haber formado parte de diferentes generaciones aquello no afecto en nada la reputación que ambos habían logrado gracias a sus meritos.
Al principio solían comparar a Michael con Gerad, porque el hermano de Chal había sido el primero en dejar huella, pero más adelante comprobaron que no se podía comparar el talento de dichos jugadores; porque Michael era bueno, muy bueno, pero tenía una determinada forma de moverse en el campo, de afrontar los retos y dificultades, distinta de la de Gerad, pero nada por abajo. Se mantenían en equilibrio. Eran dos "leones" - como les llamaban los alumnos de mi instituto - pertenecientes a la misma manada pero de diferentes opiniones, aptitudes y forma de liderar.
Ambos se recostaron sobre el viejo coche negro, que por comentarios había escuchado que era el nuevo juguete de Gerad. Yo me quede distanciada, no quería parecer una entrometida o chismosa, por tal razón me quede junto a Chanel admirando las flores de su jardín.
Gerad era robusto y de hombros anchos. Conservaba la misma palidez de sus hermanos pero esta era contrarrestada por su oscuro cabello rojizo corto, y sus ojos verdes. Él trabaja en un taller de autos, por esta razón no es raro verlo repleto de grasa, con diferentes manchas en sus chombas y vaqueros (como en este caso, aunque ahora lleva camisa). A pesar de su enorme cuerpo no es mucho más alto que Michael, debe tener entre diez y doce centímetros más.
Ellos se quedaron hablando unos veinte minutos, antes de que yo interrumpiera anunciando mi partida. Gerad dijo que nos llevaría si no le hubiese fallado justo ahora su "bebe", también nos comento que pronto renovaría la pintura y cambiaria los focos delanteros del auto, porque ya estaban demasiado viejos.
Y valla que lo estaba, parecía sacado de esas películas de acción luego de una contienda. Estaba hecho trisas.
Michael se ofreció a acompañarme a casa, yo me negué, pero él insistió y gano.
Bueno pequeña no vemos otro día dijo mientras me sofocaba entre sus brazos, luego extendió su mano y la estrecho con la de Michael.
Te la encargo. Y luego dijo con voz más grave Cuídala.
Yo me eche a reír. Él se quejó.
Encima que te cuido, te burlas de mí ¿eh?
Me escabullí de su nuevo agarre, y me coloque en un lugar seguro, detrás de Michael.
No, no, no, claro que no dije estoy muy agradecida contigo y tu hermana, pero tus abrazos me van a dejar una costilla rota.
¡Ja! Bufo lo que pasa es que necesitas comer más, si sigues así vas a desaparecer, y lo peor de aquello es que ni siquiera flores podré llevar a tu tumba porque no existirás.
Pensé en contra atacar, pero Chanel se me adelanto.
¡Auh! Exclamo Gerad, saltando de un lado a otro en un pie ¡Chanel! protestó.
Ella le dedico una mirada despiadada.
  ¿Por qué me miras así? exigió él ¿Soy yo el herido no tú?
¡No deberías decir eso!dijo Chanel, y su voz fue casi un grito.
Es broma Chal se defendió Gerad—, no te enfades. Por supuesto que yo no quiero eso. No estoy loco, quiero a Al - y me pareció que eso había sonado demasiado bien para ser palabras pronunciadas por el robusto hermano de mi mejor amiga, él pareció darse cuenta al mismo tiempo que yo, porque enseguida añadió - claro que quiero a esta niña loca, sin ella las fiestas de fin de año serian como una copa sin vino. Necesitamos sus metidas de pata.
Graciasdije pero más sonó como un murmullo, aun por detrás del hombro de Michael, quien no participaba pero podría asegurar que lo estaba pasando en grande. Las comisuras de sus labios estaban tensionadas evitando escapar una sonrisa.
Cuando partimos, Chanel aun seguía un poco disgustada, pero seguramente pronto se arreglarían.
Michael se despidió de mí en el portón, le invite a pasar, pero él se negó porque se le hacía muy tarde para regresar a su casa, y su madre se disgustaría ya había estado todo el día afuera no podía tardar más.
Antes de dejarme partir, me sujeto del brazo y mantuvo su mirada trabada en la mía. No entendí su acto, así que accedí a preguntarle:
¿Qué pasa? pregunte. Él por un instante pareció perdido, se aferró a mi brazo como si fuera la única cuerda dispuesta para evitar que la marea se lo llevara. Hice un gesto de dolor, y solo cuando hice ese gesto él me soltó, y se disculpó.
Lo siento, ni fue mi intención sus ojos grises por un momento adquirieron una tonalidad extraña, no eran del gris oscuro que conocía, eran más claros. Él sintió mi mirada, y se alejó un poco, cambiando un momento su expresión preocupada por otra más oscura, más lejana. Parpadee y volvió el delicado y compasivo rostro de mi mejor amigo, él que había caminado los mismos pasos que yo hace poco tiempo.
No te lastime me dijo, y yo volví en sí.
Negué.
No te preocupes. Pero ¿qué te paso? inquirí.
El desvío la vista evitando mi mirada.
Nada contesto secamente.
Pero yo sabía que la respuesta no era nada parecido al "nada" que él me había dicho. ¿Qué estaba pasando? Cómo en unos días mi mundo dio tantas vueltas, ¿que ahora hasta mi mejor amigo me parecía extraño, distante... me parecía otro?
Él no demoro en recuperar la compostura, yo en cambio sí.
Él sonrío, y me deseo buenas noches, yo le desee lo mismo, él se dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección al hotel en donde se hospedaba. Yo espere hasta que se perdió en la oscuridad, antes de darme vuelta y entrar en mi casa.
Por alguna razón el me recordaba demasiado a alguien que deseaba arrancar de mis pensamientos.
Estaba a punto de traspasar el umbral de la puerta, cuando oí pisadas y el regreso mí. Atravesó las verjas de un salto, y se ubicó junto a mí. Su respiración era agitada, y miraba para todos lados, como si lo estuvieran persiguiendo.
Observe la calle y todo estaba en calma. No se escuchaba nada fuera de lo inusual, ni patrulleros, ni bomberos, ni ambulancias, no se oían voces ni gritos, lo único que llegaba a mis oídos eran los lejanos ladridos de varios perros.
Lo contemple. Sus ojos grises me traspasaron, bajo aquella luna ellos tenían un encanto especial, raro…que al mismo tiempo expandía temor e inquietud en mí.
Lo siento dijo, y comenzó a caminar rumbo a la salida. Lo seguí.
  ¿Qué pasa? pregunte, y me interpuse en su camino.
El no me miro, dejo su vista vagar en la distancia, en la dirección por la que había llegado.
Nada contesto sin mirarme.
¡Nada!, pero si acabas de llegar corriendo y…Él me silencio.
No es nadame sonrío, y paseo sus dedos delicadamente sobre mi rostro. Por un momento mi corazón quedo en calma, y pude escuchar incluso su  lento palpitar.
Volví porque iba a decirte algo levanto su vista al cielo pero ya se me olvido sonrío nuevamente, iluminando su rostro casi tan perfecto como el de aquel chico que había conocido días atrás.
Yo también sonreí.
Se separo de mí, y solamente sostuvo mis manos. Ese gesto nunca me había molestado en absoluto, pero en aquellos momentos, me hizo sentir rara, extraña, como si mi cuerpo quisiera rechazar aquel dulce gesto de amistad, por parecerme fuera de lugar; así que cuidadosamente me separe de él. No quería parecer descortés, pero sobre todo no quería herir sus sentimientos.
Él comprendió de inmediato mi acción, y se separó instantáneamente de mí.
Me sonrío, y yo le devolví la sonrisa.
Me alegraba tanto tenerlo conmigo, saber que él y Chal siempre estarían me daba ánimos para continuar, para tener esperanzas sobre mi fututo, y el fin sobre lo que había comenzado.
Entonces mañana nos veremos dijo Michael, mientras esperaba a que terminara de cerrar el portón.
Asentí.
Mañana nos vemos.
El comenzó a caminar hacia atrás mientras me contemplaba.
Cuídate mucho, Al.
Lo mismo digo.
El me sonrío.
 Adiós.
Adiós. Michael se dio media vuelta aun con media sonrisa en su rostro.
Entre a mi casa, salude a todos, y me fui directo a mi cuarto. Hoy no cenaría, no tenía hambre, además considerando mi situación lo más seguro era que ni una migaja de pan traspasara mi garganta.
Estuve un largo rato bajo la ducha viendo el agua caer, dejando mis preocupaciones, miedos e incertezas de lado, dejando fluir mis penas como lo hacia el agua sobre mi piel.
Me derrumbe sobre la cama, y por bendición de Dios esa noche no tuve pesadillas. Mi cuerpo se relajó, y mi alma no corrió tras un escondite en su propio hogar.
Dormí, y mis sueños solo reflejaron lo que buscaba y anhelaba: “paz”.

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