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viernes, 22 de abril de 2011

Historias y Poemas

¿Quién eres tú?

Avance sin percibir más que el sonido de mis pasos; y aquello era algo normal, si consideramos el hecho de que siempre era la primera en llegar. Salude a los diferentes empleados de limpieza, y ellos me respondieron cariñosamente, porque estaban más que acostumbraos a mis llegadas antes de horario.

El pasillo estaba desierto, y a medida que me acercaba al salón de clases, las diferentes luces que alumbraban el lugar, iban apagándose. En el oriente el sol nos daba la bienvenida.

Deje mi mochila descansar, en una de las tantas bancas que albergaba ese sitio, mientras esperaba que terminaran de limpiar. Me aproximé a las barandillas del balcón, y contemplé desde ahí el patio del piso inferior, el cual aun conservaba varios charcos de agua, debido a las lluvias recientes de este mes.

Mis horarios de clases, últimamente no habían cambiado, y aquello era un gran alivio. Imagínense, es difícil adaptarse a las actitudes de los diversos profesores, y aun más, si ni siquiera tienes una clase "corriente"…común como los demás.

Al fin han terminado, agradezco el labor hecho, e ingreso al aula. Una vez allí, abro las ventanas, para ventilar el ambiente, y dispersar el polvo encerrado bajo cada pupitre, en las fibras de cada cortina.

El sonido de las diferentes melodías, que los auriculares de mi pequeño reproductor trasmiten a mis oídos, se ven silenciados por causa de semejante visión. Creo no haber mencionado, que me fascina la naturaleza, y desde aquella posición podía observar a una ciudad dormida, regada a su alrededor, místicamente por variedades de verdes, todos diferentes, y a la vez entrelazados. Algo realmente bello.

Y viajo a ese mundo en donde solo yo estoy, olvidándome de todas las cosas superficiales, borrando de mi memoria el propósito por el cual había llegado antes de horario, porque generalmente lo hago sin tener nada en mente.

Un sonido seco me devuelve a la realidad, giro, allí estas tu… un, absolutamente, normal compañero de clases, o al menos seria así, si no sintiera algo mas allá cada vez que te veo.

Me saludas con el típico "Hola", aburrido y rápido, e automáticamente una sonrisa surca mi rostro, y respondo: "¿Cómo estas?". Te encoges de hombro, sin detenerte a mirarme, dejas la mochila sobre el banco desgastado, y contestas un "bien", dicho mas por cortesía, que por interés a mis habladurías.

Vuelvo a sonreír, y recuerdo el porque, estaba allí a esas horas.

Caminó, y muevo algunas sillas para llegar hacia a ti. En estos momentos, te encuentras sentado, con el rostro oculto entre tus manos, y levantas la vista, intentando hallar la razón por la que esta niña entrometida no te deja en paz. Sonrió, procurando entiendas el mensaje oculto de aquel gesto… mi disculpa por causarte molestias. Lo entiendes, o al menos, bajas el rostro, como si estuvieras dando un "si", a lo que sea con lo que voy a salirte esta vez.

Ocupo un lugar en frente de ti, y comienzo con mi teoría… con aquella duda en los ejercicios de química que parece embargarme, e impedirme continuar con los trabajos. Y mientras me respondes, no puedo dejar de observarte, y plantearme una y otra vez esa pregunta ¿Quien eres tú?

Tus manos se deslizan sobre el papel, trazas varias líneas, que al parecer son números, porque realmente no puedo concentrarme totalmente cuando junto a mi estás, y es extraño.

Hace menos de un año que te conozco, ni siquiera estas en la lista de mis mejores amigos, y eres el usual chico de ojos cafés. Pero a pesar de todo, de nuestras contradicciones al hablar, de nuestras diferentes formas de actuar, de mi humor y tu discreción. A pesar de todo ello, no puedo dejar de sentir paz cuando siento tu presencia, no me molesta ser realmente yo, ser aquella la niña inocente y testaruda, a pesar de tus constantes críticas. Porque ellas, aunque parezca algo imposible, no me hieren, como las de los demás, más bien me permiten crecer.



Insólito... y a la vez maravilloso el sentir que inunda mi cuerpo al verte. Es algo familiar, y nostálgico, muy parecido a lo que sentimos cuando luego de años de no saber nada de un amigo, lo encontramos caminando por la calle. No entiendo mi postura ante esto, porque no se casi nada de ti, y al mismo tiempo mi alma grita que "si" que… te conozco… y se quien eres. Pero ¿es posible aquello?

No lo sé, lo único de lo que estoy conciente es de que Te quiero, sin comprenderlo.

No es un amor cualquiera el que soy capaz de guiar hacia ti, no es el típico enamoramiento adolescente. No, esto va más allá, es inexplicable, es desinteresado, es infinito… atraviesa las reglas del tiempo, y llega a mi, como una brisa calida y pura.

Y entonces, mientras te observo, surge en mi, un nuevo interrogante: "Si te conozco, si solo contigo soy capaz de experimentar aquella libertad que no parece terrenal… ¿desde cuando, y en que universo paralelo he sido capaz de verte por ultima vez?

Una vida llena de segundos que no recuerdo, un pasado que ha sido sepultado en el cofre secreto de mi esencia. Si la reencarnación existe, y si todos poseemos un alma gemela… ¿serás tú mi otra mitad?



_ ¿Me estas oyendo? - te oigo decir, e instantáneamente me disculpo, y sonrió.

Prosigues con tu explicación, y esta vez, intento mantenerme plenamente en el presente.



No se, verdaderamente de donde provenimos,

ni el origen de todo aquello que poseemos.

Me es imposible comprender el odio…

el ego de muchas personas.

Pero si de algo estoy segura es de mi sentir…

el cual no espera nada de ti, mas que tu compañía

por el tiempo que me sea permitida.

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