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viernes, 15 de julio de 2011

Pisadas de un errante caminar: Capitulo 4/ parte 3

Pisadas de un errante caminar
Capitulo 4/parte 3
El sol se desplazaba lentamente sobre la suave superficie de un cielo indeciso (muy parecido a mi estado actual). Estaba sola caminando de regreso a mi hogar, con una pequeña bolsa plástica llena de accesorios para el colegio, si les soy más específica, "m-a-t-e-m-á-t-i-c-a-s. Una de las materias menos entendibles para mí en este mundo. Chal me hubiera acompañado, pero su agenda ya estaba excedida para complicarle más las cosas, así que la convencí para que se marchara a su casa. Convencer a medias, porque tuve que casi empujarla para que suba los escalones del ómnibus.
 Se despidió de mí, y sé que en su interior agradecía aquel gesto, aquello que sus palabras no se animaban a plantear.
Volviendo al tema de "las palabras de mi amigo". Era inevitable no encogerme y hacerme chiquitita, en cada oportunidad que el sonido de su voz regresaba a mi mente, recorría mi alma y ejercía presencia en mi rostro; y creo que esa fue una de las razones por la que la persona menos deseada (por mi) me hablara.
 —Al parecer, hoy el día de la princesa, no va muy bien ¿verdad? — dijo una voz a mis espaldas, y no tuve la necesidad de girarme para saber quién era, porque aquel peculiar tono de voz ya había sentado base hasta en mis peores pesadillas.
—Eso no te incumbe— respondí cortante.
Su risa lleno el silencio sepulcral que nos rodeaba, o tal vez aquello sentía yo cada vez que a mi alrededor su figura danzaba... en cada oportunidad que su perfume se infiltraba en mi.
—Hoy no estás de humor. —No era una pregunta, era una afirmación.
No respondí, porque si lo hacía solo terminaría diciendo algo que lo beneficiara y lo hiciera reír.
Continuamos caminado en silencio durante unos minutos más, y gracias a Dios no se desplazo más cerca de lo que estaba, si sucedía lo contrario no cargaría con las consecuencias de mis actos.
A medida que avanzamos y nos acercábamos al lugar en donde lo había visto por primera vez, comenzaron a aparecer dispersos en todos lados, carteles anunciando alguna reparación.
Solo caí, y supe el porqué de ellos, cuando en el medio del sendero que conducía a mi lugar favorito reconocí uno de esos gigantes carteles mostrando la figura de "mi ángel", perfecto, sin rasgaduras y partes rotas, como lo había visto la última vez.
Desvié mi camino, y me dirigí hacia aquel lugar, al cual habían prohibido el paso. Escuche la voz y los pasos de Ben pero no me detuve ni observe hacia atrás. Solo continué, persiguiendo aquel llamado.
Cuando llegue solo halle abandono...aislamiento. Un desierto lugar repleto de hojas secas, y en aquel momento me pregunte ¿qué estaba haciendo?, pero ni siquiera podía intentar responder aquel cuestionamiento por la simple razón de no tener un solo objetivo en mente. Solo me movilice por el impulso, y de esa forma continué.

Las yemas de mis dedos rozaron la fecha trazada en aquel basamento.
 —Cuatro de octubre de mil novecientos noventa y nueve — leyó Ben a mis espaldas, y por primera vez de lo que llevaba de conocerlo no me inmute al oír su voz, simplemente asentí. Creo que ya me estaba acostumbrando a su inconstante presencia en mi vida.
Sus ojos eléctricos recorrieron mi semblante, y una inquietud familiar recorrió mi cuerpo.
— ¿Esa fecha era importante para ti? —preguntó, intentando adivinar mi calma repentina.
Me encogí de hombros.
—Es una de las celebraciones que más recuerdo.
 — ¿Por qué? — Sonrió — ¿Había mucho algodón de azúcar?
—No, ese día falleció mi padre— conteste fríamente, no porque no me doliera, sino porque era la única forma de mantener el control, y no perderme en el recuerdo de aquellos días. En aquella tristeza que solía guardarla bajo una sonrisa.
Me enderece, el también lo hizo. Hasta ese momento habíamos estado inclinados mirando la fecha de inauguración de un viejo evento, en el cual "mi ángel" había sido presentado por primera vez.
—Al, yo...  —inicio Ben. Pero aquella entonación la conocía de memoria. Estaba embriagada de un sentimiento de culpa, pena, compasión, así que antes de escucharlo decir una palabra más, lo interrumpí.
—No importa — dije, restándole importancia al asunto—,  esto ya paso hace mucho. Ahora, estoy bien — sonreí.
Pero mi farsa no sirvió de nada, y mis palabras perdieron validez ante su mirada. Absteniéndome a las consecuencias de lo que su cercanía podía provocar en mí, me separe de él.
Sonreí, y formule una rápida despedida, a la que el solo pudo contestar con un "adiós, Al", no porque no tuviera nada más que decir - porque "OH Dios" a este chico nunca le faltaban palabras, al contrario a veces resultaba odioso oír el gran manantial de frases y oraciones imperfectas que en sus labios llegaban a sentirse melodiosas -sino por la rapidez que mis pasos ampliaron la distancia entre los dos. Si no estuviera segura que mis pies pisaban el suelo - y mi seguridad consistía porque lo veía - llegaría a pensar que estaba volando.
Pero en todo el trayecto que realice, sin importar el tiempo que me demore, ni la milésima parte de un segundo deje de sentir la intensidad de sus pupilas sobre mí.
 En mi pecho, latía con fuerza una frase, un llamado que debía descifrar, y mientras menos tiempo tardara en decodificarlo, todo mejoraría.
O al menos aquella esperanza tenía yo.
....................
¡Hola! ¿como están? Yo estoy feliz porque al fin pude hacerles llegar la siguiente parte del cuarto capitulo de "Pisadas de un errante caminar". ¡Ojala les guste! Y espero sus criticas, y comentarios :). Se cuidan muchísimo, y adiós.

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